Según la bella parábola de un sufà persa, en el mes de nisán las ostras suben de las profundidades del Mar de Omán y se posan con la boca abierta en la superficie. El vapor se eleva del mar y cae como lluvia por mandato de Dios y algunas gotas entran entonces en las conchas abiertas y estas se cierran, bajan a las profundidades del mar con su corazón lleno y cada gota de lluvia se convertirá en una perla.
Algo asà ocurre con las palabras bÃblicas: encierran un secreto y precioso centro que solo se revela a quien, empujado por el deseo, está dispuesto a emprender un viaje de descenso para bajar a su encuentro. Como en la fonte de Juan de la Cruz, ese centro está escondido y quien quiera descubrirlo tendrá que llevar en las alforjas de su viaje lo mejor de sus cinco sentidos para contemplarlas, escucharlas, saborearlas, tocarlas y percibir su aroma.