Todos los seres humanos sufrimos y, sin embargo, hay muchas personas que padecen indeciblemente y más de lo que merecen: es la gente sufriente, oprimida, que constituye las tres cuartas partes de la humanidad. Esta inmensa multitud suscita interrogantes que reclaman la respuesta de los cristianos: ¿Por qué? ¿Qué sentido tiene? ¿Es posible hablar del sentido del sufrimiento?
El cardenal Martini reflexiona sobre el misterio de la fragilidad y del dolor inocente a partir de la imagen de Job, figura emblemática del Antiguo Testamento, símbolo de toda persona que sufre.
El mensaje bíblico es extraordinariamente consolador: el ser humano percibe su propia fragilidad y la precariedad de todo, pero solo cuando acepta confiar en Dios camina hacia la verdad, porque asume sus límites y encuentra los recursos necesarios para afrontar el tiempo de la prueba.
Datos técnicos
Editorial: Sal Terrae
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