En 1962, el padre Ángel, un joven cura recién ordenado, fundó en su Asturias natal una pequeña asociación para proporcionar a los niños de la calle un lugar lo más parecido posible a un hogar, huyendo de los estereotipos de hospicios y orfanatos de la época.
Hoy, 52 años después, Mensajeros de la Paz es una de las organizaciones sociales con más proyección internacional, con millares de hogares para niños y ancianos en todo el mundo. Sin embargo, el padre Ángel sigue siendo un gran desconocido para mucha gente. En estas páginas, abre su corazón al periodista Jesús Bastante y le cuenta su lucha incansable para que Mensajeros pueda ayudar al mayor número de personas, sus relaciones con políticos y famosos para conseguir financiación, su combate contra la enfermedad y, sobre todo, su visión para lograr un mundo mejor:
«Creo en un mundo en el que desaparezcan la pobreza, la desigualdad, la injusticia, el dolor, en el que la vida sea más fácil y agradable para todos. Un mundo mejor es posible, y lograrlo está en nuestras manos. Para ese cambio, el amor es el arma principal, y la participación de todos, la clave indispensable. "Amar y dejarse amar" es el eje principal de la actividad de Mensajeros de la Paz, y el pensamiento que ha guiado toda mi vida».